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Desarrollo psicomotor

Etapas de desarrollo psicomotor

El desarrollo psicomotor es crucial desde el primer año de vida, marcado por un progreso significativo en el control de movimientos y el perfeccionamiento de habilidades motoras.

Este desarrollo se inicia en la etapa prenatal y continúa a lo largo de la infancia y adolescencia, siguiendo ciertos patrones de maduración y crecimiento cerebral.

A continuación, se resumen los aspectos más destacados de este proceso según Shaffer y Kipp (2007):

  • Crecimiento físico: La estatura y el peso aumentan rápidamente en los primeros dos años, el crecimiento se estabiliza durante la niñez y se acelera nuevamente al inicio de la adolescencia.
  • Patrones de desarrollo: El desarrollo físico sigue una secuencia cefalo-caudal (de la cabeza hacia los pies) y proximodistal (del centro del cuerpo hacia afuera), madurando primero las estructuras superiores y centrales del cuerpo.
  • Cambios en el esqueleto y músculos: Los huesos se alargan, engrosan y endurecen hasta finalizar su desarrollo en la adolescencia tardía, mientras que la densidad y tamaño de los músculos aumentan especialmente durante los primeros años de la adolescencia.
  • Variabilidad del crecimiento físico: El crecimiento y desarrollo físicos varían significativamente entre individuos y culturas, y no todos los sistemas del cuerpo maduran al mismo ritmo.
  • Desarrollo cerebral: El mayor crecimiento cerebral ocurre en los últimos tres meses del periodo prenatal y los primeros dos años de vida. Durante este tiempo, se forman y podan neuronas y sinapsis, y el cerebro muestra una notable plasticidad.
  • Hemisferios cerebrales: El cerebro está dividido en dos hemisferios conectados por el cuerpo calloso, cada uno especializado en funciones distintas. La lateralización puede estar presente desde el nacimiento.
  • Mielinización: La formación de mielina y la reorganización de los circuitos nerviosos en la corteza cerebral continúan a lo largo de la adolescencia.

Este resumen destaca la complejidad y la importancia del desarrollo psicomotor, subrayando cómo los cambios físicos, especialmente en el cerebro, son fundamentales para el desarrollo de habilidades motoras desde la etapa prenatal hasta la adolescencia.

Hipótesis sobre el desarrollo psicomotor en la infancia

El desarrollo motor temprano ha sido objeto de diversas teorías que buscan explicar su secuencia y sincronización. Se destacan 3 hipótesis principales:

Hipótesis de maduración (Shirley, 1993)

Esta teoría considera el desarrollo motor como un proceso programado genéticamente, donde los nervios y músculos maduran de manera descendente y hacia fuera. Según esta perspectiva, los niños adquieren control progresivo sobre las partes más bajas y externas del cuerpo en una secuencia preestablecida. Estudios transculturales respaldan la importancia de la maduración en el desarrollo motor.

Hipótesis de la rxperiencia (Dennis, 1960; Hopkins, 1991)

Aunque reconoce el papel de la maduración, esta hipótesis enfatiza la influencia de la práctica de habilidades motoras. Experiencias tempranas específicas, como la ejercitación de la postura erguida, contribuyen significativamente al desarrollo motor, promoviendo tendencias hacia acciones específicas y mejoras en las habilidades motoras.

Hipótesis de los sistemas dinámicos orientados a metas (Thelen, 1995; Whitall y Getchell, 1995)

Integrando la maduración y la experiencia, esta teoría propone que los infantes reorganizan activamente sus capacidades motoras existentes en sistemas de acción más complejos y coordinados. Al explorar el mundo y interactuar con él, los niños se ven motivados a desarrollar nuevas habilidades motoras. Estas habilidades, aunque inicialmente descoordinadas, se refinan y se integran con el tiempo en acciones fluidas y eficientes. La teoría sugiere que la locomoción, como el gateo y la marcha, juega un rol crucial en el desarrollo de la percepción espacial y la memoria.

Desarrollo motor fino

El desarrollo motor fino se refiere a la coordinación de movimientos pequeños de los músculos, en particular aquellos de las manos y dedos, en conjunto con los ojos. Estas habilidades motoras finas son cruciales para llevar a cabo tareas cotidianas como escribir.

El desarrollo motor fino se centra en 2 áreas clave:

Desarrollo del alcance voluntario

A los tres meses, los niños ya pueden alcanzar y agarrar objetos solo con escucharlos, demostrando que la visión no es su único guía. Para los cinco meses, suelen dominar esta habilidad, apoyándose en la información propioceptiva (sensación de los músculos, tendones y articulaciones) para dirigir sus manos y brazos hacia objetos interesantes dentro del alcance.

Desarrollo de las destrezas de manipulación

Entre los cuatro y cinco meses, los niños comienzan a agarrar objetos que les interesan, avanzando de simples golpes o apretones a llevar objetos de una mano a otra, o explorarlos con los dedos de la otra mano. Esta evolución marca un incremento en su actividad exploratoria.

Hacia la segunda mitad del primer año, mejoran su capacidad de usar los dedos para explorar, adaptándose a las propiedades de los objetos. Al final del primer año, desarrollan el asimiento de pinza usando el dedo pulgar e índice, lo que eleva significativamente su capacidad de manipulación.

Durante el segundo año, perfeccionan el uso de sus manos, y a los dieciséis meses comienzan a garabatear, logrando copiar una línea horizontal al final de este año.

Desarrollo motor en la adolescencia

El desarrollo motor avanza rápidamente año tras año, mejorando significativamente la coordinación ojo-mano y el control de los músculos pequeños. Esta progresión permite un uso más refinado de las manos.

A los tres años, los niños luchan por abrocharse la camisa, pero a los cinco, esta tarea ya no representa un problema, y son capaces de cortar una línea recta con tijeras. A los nueve años, los niños ya pueden manejar diversas herramientas caseras y dominar juegos que requieren una buena coordinación de manos y ojos.

Antes de la pubertad, la capacidad motriz de ambos sexos es prácticamente igual. Sin embargo, tras la pubertad, se observan diferencias: los varones suelen mejorar en actividades que implican el uso de músculos grandes, mientras que las mujeres tienden a no progresar tanto en este aspecto. Esta divergencia se atribuye en parte a diferencias biológicas, ya que los adolescentes tienden a tener más masa muscular y menos grasa que las adolescentes, según Tanner (1990). Adicionalmente, la socialización en los roles de género parece jugar un rol, como indica Herkowitz (1978), sugiriendo que las adolescentes podrían seguir mejorando en actividades que requieren fuerza muscular si mantienen un nivel de actividad física constante.