Desarrollo social
El desarrollo social humano está influenciado por factores familiares y culturales incluso antes de la gestación. Situaciones emocionales de la madre como el estrés crónico o la depresión aguda pueden afectar al feto en sus últimas etapas de desarrollo, así como al parto y los primeros contactos del bebé con el mundo externo (Beck, 2004).
Además, ciertos estilos de vida familiar pueden condicionar el desarrollo futuro del niño desde la gestación, como en el caso de madres con actividades laborales intensas que limitan su capacidad de atender las necesidades afectivas y corporales del niño.
Para comprender el desarrollo social del niño, es esencial analizar cómo se construye su identidad y considerar aspectos que influyen en su desarrollo emocional, personalidad y adquisición de valores sociales y morales.
Construcción de identidad
El reconocimiento del sí mismo y la consciencia del yo como parte activa en las interacciones sociales son fundamentales para el desarrollo de competencias sociales y emocionales. La autoconciencia de la propia identidad fomenta la extraversión y las habilidades sociales en los niños, quienes disfrutan imitando y colaborando con sus compañeros (Brownell y Carriger, 1990).
Antes de profundizar en el desarrollo de la identidad, es importante destacar los siguientes aspectos:
- Identidad (sí mismo): la identidad se relaciona con una construcción subjetiva que indica continuidad, consistencia, diversidad y capacidad de integración, incluyendo deseos, sentimientos y pensamientos tanto inconscientes como conscientes.
- *Diferencias entre identidad personal y arquetipo:* Existe una distinción entre el sí mismo como identidad personal (Winnicott, 1970; Kohunt, 1977) y como arquetipo que representa la totalidad de la psique (Jung 1961; von Franz, 1961).
- El concepto de Yo: el yo se asocia con la capacidad de relacionar lo interno con lo externo (Freud, 1923) y actúa como soporte de la consciencia, incluyendo elementos inconscientes (A. Freud, 1966; Reich, 1949). El sí mismo es más amplio que el yo, abarcando la totalidad de la psique y la sensación subjetiva de identidad.
- Autoestima: relacionada con la capacidad evaluativa del niño sobre sí mismo. Los niños con alta autoestima están satisfechos con sus cualidades y aceptan sus debilidades, mientras que los de baja autoestima se enfocan en sus insuficiencias (Brown, 1998). La baja autoestima se relaciona con el complejo de inferioridad (Adler, 1958) y a menudo con una identidad inconsistente.
En conclusión, la consciencia del propio yo, adquirida en la infancia, juega un papel fundamental en la construcción de la identidad del niño.
Diferenciación del Yo
La formación del yo en los primeros meses de vida es un tema de consenso entre muchos psicólogos del desarrollo. Generalmente se considera que los inicios del yo ocurren en los primeros 2 o tres 3 de vida (Samuels, 1986; Stern, 1995), coincidiendo con las descripciones de Piaget sobre un yo físico.
Psicoanalistas del desarrollo como M. Mahler (1986) identifican diferentes etapas en este proceso, desde un periodo simbiótico hasta la separación-individuación.
Fases del desarrollo propuestas por Mahler:
- Fase Autista (0-1 mes)
- Fase Simbiótica (1-5 meses)
- Fase de Separación-Individualización (5-36 meses)
- Subfase de Diferenciación (5-9 meses)
- Subfase de Ejercicio (9-15 meses)
- Subfase de Reaproximación (15 meses - 2 años)
- Subfase de Consolidación y Constancia del Objeto Emocional
Otros psicoanalistas, como J. Lacan con su estadio del espejo (1977) y M. Klein con su posición esquizoparanoide (1942), sugieren que el comienzo del proceso de percepción del yo ocurre entre los 6 y 18 meses de edad. Klein destaca que desde el nacimiento el niño interactúa con objetos diferenciados, aunque inicialmente estos objetos son parciales (por ejemplo, reconociendo el pecho materno pero no a la madre en su totalidad).
M. Fordham describe que el niño nace con un ser primario integrado y separado de la madre, y que a través de la alimentación y el sueño, el niño comienza a integrar aspectos que construirán una identidad diferenciada.
Consecuencias sociales y emocionales del reconocimiento del sí mismo
El reconocimiento de la identidad personal permite diferenciar nuestro mundo interno del externo y ser conscientes de nuestros afectos, emociones, pensamientos y conductas. Algunas de las consecuencias clave de este reconocimiento y desarrollo del sí mismo son:
- Reconocimiento y clasificación de otros: una vez que se reconocen a sí mismos, empiezan a distinguir cómo son diferentes de otras personas y a clasificarlas según dimensiones como la edad y el sexo. Esta faceta se denomina yo categórico (Stipek, Gralinski y Kopp, 1990).
- Expresión de emociones básicas y complejas: pueden expresar emociones básicas desde el nacimiento. Alrededor del segundo año, emergen emociones que requieren un yo más diferenciado, como la vergüenza, la culpa y el orgullo (Lewis, 1989).
- Regulación y expresión de emociones: con la consolidación de un sí mismo estable, desarrollan la capacidad de regular y expresar emociones más claramente. Entre los 18 y 24 meses, comienzan a controlar acciones y objetos que los perturban (Bridges y Grolnick, 1995).
- Hablar de emociones: entre los 18 y 24 meses, el hablar de emociones facilita el conocimiento de los sentimientos propios y ajenos, reforzando la diferenciación del sí mismo y el desarrollo de la empatía (Jenkins y otros, 2003).
- Consciencia del Yo en la etapa preescolar: aunque inicialmente se pensaba que el concepto del yo entre los 3 y 5 años era muy concreto y físico, estudios recientes sugieren que los niños tienen un concepto psicológico básico de su yo, incluyendo su grado de sociabilidad (Eder, 1989; Boone y Cunningham, 1998).
- Autodescripciones en la niñez intermedia: en esta etapa, las autodescripciones se vuelven más complejas y consistentes, incluyendo rasgos internos estables, valores, creencias e ideologías (Damon y Hart, 1988).
- Desarrollo del autoconcepto en la adolescencia: el autoconcepto evoluciona hacia una autodescripción más psicológica, abstracta y coherente. Los adolescentes reflexionan sobre su personalidad y la interpretan, reconociendo la flexibilidad en la manifestación de su propia identidad y entendiendo diferentes perspectivas (Selman, 1980).
Además, la identidad se ve influenciada por diversos factores:
- Desarrollo cognitivo: los adolescentes con habilidades de razonamiento formal-operacional tienen una mejor capacidad para reflexionar sobre su identidad (Boyes y Chandler, 1992).
- Influencias parentales: La relación con los padres afecta el desarrollo de la identidad (Waterman, 1992).
- Influencias escolares: La escuela juega un rol en asentar y estimular la identidad (Kroger, 2000).
- Valores y creencias culturales: los valores culturales influyen en el autoconcepto y en aspectos como la conducta orientada al logro y el desarrollo moral (Erikson).
Erikson destaca que desarrollar una identidad personal consistente, independientemente de la sociedad, conduce a un mejor equilibrio, aunque pueden surgir problemas relacionados con la identidad en otros momentos de la vida.
Apego y desarrollo emocional
John Bowlby (1969) define el apego como los fuertes lazos afectivos que sentimos por personas especiales en nuestras vidas. Según Bowlby y muchos teóricos del desarrollo, el apego del niño con su madre es crucial en su maduración afectiva y emocional y en la construcción de su identidad.
Apego como relación recíproca
El apego es una relación recíproca entre el infante y el progenitor que se desarrolla lentamente a través de las interacciones íntimas y afectivas. Esta relación no solo es producto del contacto directo sino también de patrones heredados que facilitan dicha conexión (Stevens, 1995).
Las rutinas sincronizadas entre cuidadores e infantes son importantes en la formación del apego (Stern, 1977) y a medida que el bebé interactúa con un cuidador sensible a sus necesidades, aprende a conocerlo y a controlar su atención (Keller y otros, 1999).
Fases en el desarrollo del apego
R. Shaffer y P. Emerson (1964) identificaron las siguientes fases en la formación de vínculos estrechos con los cuidadores:
- Fase asocial (del nacimiento hasta las 6 semanas): los niños muestran características asociales y comienzan a interesarse por estímulos sociales.
- Fase de apegos indiscriminados (6 semanas - 6 meses): Disfrutan de la compañía humana pero con capacidad de discriminación limitada.
- Fase de apegos específicos (7 - 7 meses): El niño muestra disgusto al separarse de un individuo específico, usualmente la madre.
- Fase de apegos múltiples (9 - 18 meses): Capacidad para crear apegos con otros cuidadores.
Teorías del Apego
Las 4 teorías más influyentes sobre el apego son:
- Teoría psicoanalítica: la satisfacción de la succión y la alimentación por parte de la madre lleva a un apego primario de seguridad y afecto (Freud, Erikson). Post-freudianos como Sullivan, Fairbairn y Winnicott enfocan en la relación sustentadora más allá de la satisfacción del deseo.
- Teoría etológica: argumenta que las conductas innatas de supervivencia evolucionadas facilitan el apego entre bebés y progenitores (Bowlby, 1969). Estas conductas son similares a los arquetipos junguianos de la psique humana.
- Teoría del aprendizaje: sostiene que los bebés se apegan a quienes los alimentan debido a las respuestas positivas y comodidades proporcionadas por el cuidador (Sears, 1963).
- Teoría del desarrollo cognitivo: resalta la importancia del nivel cognoscitivo del infante para formar apegos, como la distinción entre conocidos y extraños y la permanencia de los objetos (Shaffer, 1971).
Todas estas teorías enfatizan el papel vital de los cuidadores en proporcionar afecto, seguridad y confianza para asegurar experiencias emocionales positivas en el bebé.
Condicionantes de la Sociabilidad
Durante la niñez intermedia y la adolescencia, diversos factores influencian el desarrollo y mantenimiento de la sociabilidad del infante, incluyendo la agresividad, el desarrollo moral, la motivación para el logro y la tipología.
Agresividad
La agresividad, un instinto básico con un papel importante en la evolución, se manifiesta en el niño desde el nacimiento. Se define como cualquier conducta tendente a lastimar o perjudicar a un ser vivo que busca evitarla (Coie y Dodge, 1998).
Los psicólogos del desarrollo distinguen entre agresión hostil y agresión instrumental (Shaffer y Kipp, 2007). Características relevantes de la agresión incluyen:
- Agresión en la primera infancia: niños de 1 año luchan por juguetes, mientras que a los 2 años pueden negociar y llegar a acuerdos (Caplan y otros, 1991).
- Oportunidades para desarrollar cooperación: los primeros conflictos no solo son sobre agresividad, sino también sobre desarrollo de habilidades cooperativas.
- Disminución de agresiones en la niñez intermedia: la frecuencia de agresiones físicas y verbales disminuye conforme los niños aprenden a resolver disputas amistosamente (Shaw y otros, 2003).
- Cambio en el tipo de agresión: la agresión hostil aumenta un poco en relación con la instrumental en niños mayores (Coie y otros, 2003).
- Disminución y evolución de la agresión en la adolescencia: la agresión generalmente disminuye, aunque algunas formas de conducta antisocial pueden persistir (Loeber y Stouthamer, 1998; Snyder, 2000).
- Estabilidad de la agresividad: algunos estudios sugieren que la agresividad es un rasgo estable de la personalidad (Hart y otros, 1997).
- Influencia del ambiente familiar: ambientes coercitivos pueden aumentar tendencias agresivas (Patterson, 1982).
Diferenciar entre instinto de conservación y violencia es un desafío. Investigaciones psicoanalíticas (Freud, 1920; Klein, 1942) demuestran que la agresividad es fundamental en la personalidad humana. Su manejo adecuado indica un desarrollo, maduración y socialización exitosos.
Desarrollo Moral
La moralidad comprende un conjunto de principios que ayudan a diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia. Es esencial para entender patrones de sociabilidad en los niños. Características del desarrollo moral incluyen:
- Orígenes psicoanalíticos: las teorías psicoanalíticas inicialmente ubicaban el surgimiento de la moralidad en torno a los tres o cuatro años, coincidiendo con la resolución de la etapa edípica (Klein, 1942).
- Conciencia moral temprana: investigaciones recientes sugieren que la conciencia moral puede aparecer en niños de dos años (Kochanska, Coy y Murray, 2001).
- Componente cognitivo según Piaget: Piaget identificó un periodo premoral en los primeros cinco años de vida, donde el niño tiene poco respeto por las reglas socialmente definidas (Piaget, 1965).
- Teoría de Kohlberg: Kohlberg extendió la teoría de Piaget, describiendo tres niveles de razonamiento moral: preconvencional, convencional y posconvencional.
- Influencia cultural: la teoría de Kohlberg puede tener una aplicabilidad limitada a sociedades occidentales (Shaffer y Kipp, 2007).
- Teoría del aprendizaje social: Enfatiza factores como el elogio a la conducta virtuosa y los controles inhibidores como el castigo, importantes en la inhibición de acciones que violan las normas morales (Hoffman, 1970; Casey y Burton, 1982).
Motivación para el logro
El psicoanalista R. White (1959) postuló que desde la infancia, los seres humanos están motivados para dominar su entorno e influir en el mundo físico. Esta motivación intrínseca para el dominio se observa en comportamientos infantiles como abrir y cerrar cajones o desarmar juguetes. Estas acciones tempranas reflejan un impulso subyacente que luego se manifiesta en la búsqueda de logros, como el interés de un niño de primaria por realizar bien sus tareas escolares. Este deseo de dominio y competencia es fundamental en el desarrollo de la motivación para lograr objetivos específicos a lo largo de la vida.
Debora Stipek (1992) identificó tres fases en el desarrollo de la motivación para el logro en los niños:
- Gozo del Dominio (antes de los 2 años): disfrutan de dominar habilidades y manipular su entorno, mostrando placer en explorar y controlar sus acciones y objetos.
- Búsqueda de Aprobación (alrededor de los 2 años): comienzan a buscar aprobación y reconocimiento de adultos y otros niños. Su motivación se ve influenciada por el deseo de validación externa.
- Uso de Criterios (a los 3 años): empiezan a usar criterios específicos para evaluar sus logros. Desarrollan sentimientos de orgullo o vergüenza basados en su capacidad para cumplir con estos estándares.
Este desarrollo refleja una evolución desde el disfrute del dominio de habilidades hasta la evaluación basada en criterios específicos, afectando su autoestima y emociones como el orgullo o la vergüenza.
- Orígenes de la motivación para el logro: Según R. White (1959), desde la infancia estamos motivados para dominar el ambiente. Stipek (1992) identifica tres fases en los orígenes de esta motivación: gozo del dominio, búsqueda de aprobación y uso de criterios.
- Influencias familiares: la calidad del apego y el tipo de desafíos en el entorno familiar son cruciales (Jacobsen y Hoffman, 1997; Grolnick y Ryan, 1989).
- Influencia de los pares: los pares juegan un papel significativo en el apoyo o la minación de los esfuerzos por estimular el aprovechamiento académico (Ford y Harris, 1996).
- Diferencias culturales: Existen variaciones en la motivación para el logro y en la actitud hacia el aprendizaje según la cultura (Li, 2004).
Estos factores son clave en el desarrollo de la sociabilidad, la moralidad y la motivación para el logro desde la niñez hasta la adolescencia.
Tipología
Desde el nacimiento, los bebés tienen una personalidad propia, con diferencias individuales de origen constitucional. Mary Rothbart y John Bates (1998) describen varias dimensiones del temperamento infantil:
- Aflicción con miedo: teacción de preocupación, angustia y aislamiento ante situaciones desconocidas o nuevos estímulos.
- Aflicción irritable: manifestaciones de inquietud e ira cuando se frustran los deseos.
- Afecto positivo: tendencia a sonreír, buscar proximidad y cooperar.
- Nivel de actividad: cantidad general de actividad motora.
- Lapso de atención-persistencia: duración del interés y concentración en objetos o actividades.
- Ritmicidad: regularidad de funciones corporales como comer, dormir y eliminar.
Thomas y Chess (1977) identificaron perfiles tempranos del temperamento:
- Temperamento fácil (40% de los niños): tranquilos, de buen humor y hábitos regulares, abiertos a nuevas experiencias.
- Temperamento difícil (10% de los niños): muy activos, irritables y de hábitos irregulares, que responden mal a los cambios y se adaptan lentamente.
- Temperamento difícil de entusiasmar (15% de los niños): inactivos, malhumorados, lentos para adaptarse y con reacciones moderadamente negativas.
- El restante 65% no encajaba claramente con ninguno de los perfiles anteriores.
Jung desarrolló una teoría de los tipos aplicable a niños en edad intermedia y adolescentes, centrada en dos actitudes fundamentales (extraversión e introversión) combinadas con cuatro funciones (pensamiento, sentimiento, percepción e intuición):
- Extravertidos: orientados al mundo exterior, motivados por logros y toman decisiones basadas en el pensamiento, sentimiento, percepción o intuición.
- Introvertidos: orientados al mundo interno, con una rica vida de fantasía e imaginación, y toman decisiones basadas en el pensamiento, sentimiento, percepción o intuición.
Las clasificaciones tipológicas varían, considerando aspectos cognitivos, emocionales y adaptativos. Aunque es difícil separar las influencias hereditarias, ambientales y culturales en el desarrollo tipológico, venimos al mundo con predisposiciones que pueden marcar características específicas de nuestro desarrollo.