Estabilidad y consistencia
Conceptualización
De acuerdo a Bates (1987) el temperamento se refiere a las diferencias en el comportamiento relativamente estables y consistentes, ancladas en lo biológico. El gran William James (1890) escribó que pasados los 30, la mayoría de las personas se vuelven tan rígidas como la escayola.
Sin embargo, la literatura está dividida a este respecto. Esto es cierto incluso dentro del paradigma de la psicología objetiva, sonde hay modelos internalistas , versus modelos situacionistas .
La paradoja de la consistencia
La paradoja de la consistencia hace referencia a una problemática esencial en la psicología de la personalidad sobre si existe o no estabilidad en la conducta humana a través de diferentes situaciones. El término surge especialmente a partir del influyente trabajo de Walter Mischel en 1968, titulado Personality and Assessment. En esta obra, Mischel desafía profundamente la noción tradicional de consistencia de la personalidad, marcando un punto de inflexión en esta disciplina.
Mischel argumentó que los resultados empíricos no apoyan la idea de que la conducta humana sea estable y consistente en diferentes situaciones. Su crítica se centró en tres áreas fundamentales:
- Estabilidad temporal de la conducta: Aunque Mischel encontró apoyo empírico para cierta estabilidad temporal, no lo consideró problemático. Sin embargo, subrayó que esta estabilidad no implicaba necesariamente consistencia entre diferentes contextos situacionales.
- Consistencia transituacional: Aquí es donde reside su crítica principal. Según Mischel, los estudios mostraban que la consistencia de la conducta era más aparente que real, resultado en gran medida de sesgos perceptivos cuando se usaban auto o heteroinformes. Cuando la conducta era evaluada directamente, esta consistencia disminuía significativamente.
- Validez predictiva de los constructos internalistas: Según Mischel, los instrumentos diseñados para medir rasgos estables no mostraban una capacidad predictiva superior en comparación con otros métodos más simples, como la evaluación directa del comportamiento pasado de las personas.
- Consistencia conductual: repetición de las mismas conductas.
- Consistencia disposicional: repetición de conductas que pertenecen a la misma categoría.
En consecuencia, Mischel propuso abandonar el enfoque tradicional centrado en los rasgos internos y sugirió un marco situacionista. Este enfoque enfatiza el análisis de las contingencias ambientales más que las disposiciones internas, trasladando el interés desde la persona hacia las características específicas de cada situación.
En retrospectiva
En una publicación de 2009, el propio Mischel -que en paz descanse- ofrece una reflexión sobre su trabajo de 1968. En ella, reconoce que su crítica a la consistencia de la personalidad fue excesiva y que, aunque la variabilidad situacional es importante, no se debe ignorar la estabilidad de los rasgos. En esencia, Mischel se queja de que su crítica fue malinterpretada y que muchos investigadores la usaron para rechazar la idea de consistencia en la personalidad.
La perspectiva situacionista defendida por Mischel plantea que:
- La conducta es altamente específica a la situación, y su aparente falta de consistencia no es necesariamente negativa, sino más bien adaptativa, permitiendo respuestas flexibles ante distintos contextos.
- Las diferencias individuales observadas en contextos similares se explican como errores de medición, no disposiciones internas.
- La relación entre conducta y estímulos presentes en cada situación debe establecerse claramente mediante estudios experimentales que permitan descubrir enlaces claros entre estímulos y respuestas.
La crítica de Mischel provocó intensos debates y numerosos estudios en las décadas posteriores a su publicación. Varios autores plantearon soluciones para resolver esta paradoja:
Algunos investigadores abogaron por redefinir las metodologías para encontrar consistencia bajo ciertas condiciones específicas:
- Variable moduladora: autores como Bem y Allen (1974) sugirieron que no todos los individuos muestran la misma consistencia. Así, identificaron variables como el "self-monitoring" (Snyder, 1983) para distinguir a quienes son más consistentes en su conducta.
- Psicología idiotética: Lamiell propuso una aproximación idiográfica, centrada en la consistencia de una persona específica, contrastándola no con otros individuos, sino con lo que la propia persona podría hacer, aunque sus procedimientos empíricos no demostraron ser significativamente más efectivos.
- Solución de agregación: Epstein y posteriormente Buss y Craik propusieron que la consistencia surge al considerar múltiples instancias de conducta a lo largo del tiempo y situaciones. Argumentaron que evaluar conductas aisladas no es fiable, y la verdadera consistencia emerge cuando se agregan múltiples observaciones.
Este enfoque considera la interacción dinámica entre factores personales y situacionales. El modelo interaccionista sostiene que aunque nuestra conducta cambie en distintas situaciones, estos cambios no ocurren al azar, sino de manera coherente según percepciones y valoraciones personales. Por ello, la clave ya no es la consistencia absoluta, sino la coherencia, que permite cierta predictibilidad y continuidad comportamental.
Actualmente, la psicología acepta que existe cierta variabilidad en la conducta como parte integral del funcionamiento personal. Aunque nuestra personalidad refleja en gran medida nuestro modo de ser, es imposible predecir comportamientos específicos basándose únicamente en disposiciones generalizadas y descontextualizadas. La estabilidad es ahora entendida como una coherencia interna, donde se reconocen dinámicas complejas y la influencia simultánea de factores personales y situacionales.
Los estudios longitudinales actuales confirman una estabilidad relativa considerable de la personalidad a lo largo del tiempo, aunque sí se observan cambios absolutos moderados en ciertos rasgos según la edad y las experiencias vitales. Estos hallazgos indican que la sensación subjetiva de cambio en la personalidad se relaciona más con la adopción de nuevos roles y el enfrentamiento a distintas situaciones, que con una transformación profunda en las disposiciones internas básicas.
Resultados
Entendiendo la consistencia de la personalidad como la repetición de conductas a lo largo de un tiempo, la investigación muestra los siguientes hallazgos:
- No hay grandes cambios con la edad. Es decir, la personalidad parece ser un fenómeno psicológico de notable estabilidad.
- Al analizar la consistencia, los factores externos juegan un papel importante. Es decir, la consistencia se analiza considerando el entorno.
- Parece haber un "techo" de la personalidad: la estabilidad máxima sucede al rededor de los 30 años.
Sin embargo, hay algunos aspectos que parecen cambiar con la edad:
- Los rasgos de responsabilidad y de cordialidad parecen aumentar con la edad.
- La apertura a la experiencia aumenta en la juventud, se estabiliza a los 20 años y se mantiene estable hasta los 60 años, cuando comienza a decrecer.
- La estabilidad emocional aumenta hasta los 40 años, y luego se estabiliza. Sin embargo, disminuye en la vejez, a partir de los 70 años.

Pregunta
Sobre la estabilidad temporal de la personalidad, la evidencia empírica señala: