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Atribución

La atribución se refiere al proceso mediante el cual llegamos a la conclusión de cuál o cuáles son las causas de una conducta (el porqué de esa conducta).

Las personas necesitamos explicar la causa del comportamiento de los demás, y del nuestro propio. La atribución forma parte de nuestro procesamiento de la información social, de la cognición social.

La realización de atribuciones suele ser espontánea (Hassin, Barg y Uleman, 2002) e intrínseca a nuestro pensamiento. No obstante, se activa principalmente ante acontecimientos inesperados, ante fracasos y objetivos no logrados, ante situaciones en las que tenemos poco control, o cuando nos sentimos con un ánimo negativo.

De acuerdo a Nouvillas (2006), la realización de atribuciones es más frecuente en ciertas condiciones, tales como:

  • Acontecimientos inesperados.
  • Objetivos no logrados.
  • Fallos o fracasos.
  • Situaciones con falta de control.
  • Estado de ánimo negativo.

Funciones de la atribución

Kelley y Michela (1980) señalan algunas de las motivaciones que se encuentran debajo de las atribuciones:

  1. Creencia de control efectivo: encontrar una explicación a un suceso o un comportamiento nos ayuda a predecirlo en el futuro
  2. Auto-protección: realizar explicaciones externas de nuestros propios fracasos, e internas de nuestros éxitos, puede ayudarnos a mantener o reforzar nuestra autoestima
  3. Auto-presentación positiva: las personas tienden a hacer una presentación positiva de sí mismas cuando comunican atribuciones

Las atribuciones causales nos ayudan a alcanzar mayor percepción de control sobre nuestro mundo, a proteger nuestra autoestima (cuando atribuimos nuestros fracasos a eventos externos) y a realizar auto-presentaciones positivas (cuando atribuimos nuestros éxitos a causas internas a la hora de comunicarnos con los demás).

Proceso atributivo

Teorías clásicas de la atribución

Las teorías clásicas de la atribución son:

Teoría del análisis ingenuo de la acción (Heider, 1958)

En inglés: Heider's Attribution Theory

La propuesta de Heider se fundamentó en tres principios:

  1. Las personas sentimos que la conducta humana es motivada, más que aleatoria, por ello tendemos a buscar una explicación, para encontrar dichos motivos.
  2. Tendemos a pensar que las causas del comportamiento son estables y duraderas
  3. Al buscar causas estables del comportamiento de las personas tendemos a hacer atribuciones acerca de la personalidad de las mismas.

Así, al atribuir causalidad, distinguimos entre:

  • Atribución interna (factores personales): por ejemplo, esfuerzo, capacidad, intención
  • Atribución externa (factores ambientales): por ejemplo, la situación, la presión del grupo.

Esta distinción entre interna y externa se refiere por tanto a dónde ponemos la causa del comportamiento, el locus de control, si dentro de la persona o fuera de ella.

Entre los factores personales y ambientales se producen una serie de relaciones (León y Gómez, 1998):

  • A mayor habilidad atribuida, menor esfuerzo atribuido: Esta relación sugiere que cuando se considera que una persona tiene una gran habilidad en algo, se tiende a creer que ha requerido menos esfuerzo para lograr su desempeño.
  • A mayor dificultad de la tarea, se otorga más importancia a factores personales: Esto significa que si una tarea es percibida como difícil y alguien la realiza con éxito, se tiende a atribuir ese éxito a factores personales como habilidades o talentos.
  • A mayor suerte atribuida, se otorga menos importancia a factores personales: Si se cree que el éxito en una tarea se debe a la suerte, entonces se le da menos crédito a las habilidades o esfuerzo de la persona.

Teoría de las inferencias correspondientes (Jones y Davis, 1965)

En inglés: Correspondent Inference Theory

Esta teoría construye sobre la anterior, heredando la taxonomía entre atribución interna y externa. La teoría explica cómo decidimos si una acción está causada por el actor que la ha hecho, o si tiene una causa ambiental.

A este proceso se le llama inferencia correspondiente. La inferencia correspondiente es el proceso por el que la conducta del actor se atribuye a una característica estable del mismo.

Para inferir que la conducta de una persona se corresponde con una disposición subyacente o si es una causa interna, seguimos un proceso de dos fases:

  1. Atribución de intención. primero, consideramos que la conducta fue libremente escogida, esto es, con una intención.
  2. Atribución de las disposiciones: después, determinamos si hay o no correspondencia entre la conducta y un rasgo interno y estable del actor. Para determinar esta correspondencia, tenemos en cuenta algunos factores:
    • Efecto no-común: si la acción es poco común o inesperada, es más probable realizar una inferencia
    • Deseabilidad social: si la acción tiene baja deseabilidad social, es más probable realizar una inferencia
    • Relevancia hedónica: si la acción me afecta a mi, es más facil realizar una inferencia
    • Personalismo: si la acción fue hecha específicamente para afectarme a mi, es más facil realizar una inferencia

Siguiendo este proceso, podemos hacer la inferencia correspondiente y determinar si la acción tiene una causa interna, o si es una causa externa o ambiental.

Modelo de covariación y esquemas causales (Kelley, 1971)

En inglés: Covariation Model

Esta teoría postula que para atribuir una causa analizamos los factores que están asociados con una conducta. Dicho de otra manera, analizamos los factores que co-varían con la acción para saber si la acción se puede atribuir al actor, o a otra cosa.

Kelley plantea que las personas nos centramos en tres posibles factores causales y en tres fuentes de información principales:

Los factores causales son:

  • Persona
  • Estímulo
  • Situación

Por otro lado, las fuentes de información son:

  • Información de coherencia: sobre si respuesta al estímulo ha sido similar en ocasiones anteriores
  • Información de distintividad: sobre si la respuesta es específica de la situación
  • Información de consenso: sobre si la respuesta es similar al de otras respuestas.

Cruzando estos factores y fuentes de información, podemos atribuir la causa de un fenómeno a una cosa u otra. Especialmente, permite determinar si la atribución es interna (es decir, la persona), o si lo correcto es la atribución externa (es decir: la situación u otro estímulo).

Atribuir la causa a
la Persona
Atribuir la causa a
el Estímulo
Atribuir la causa a
la Situación
Coherencia
Distintividad
Consenso

Es el modelo de atribución más conocido, pero también muestra algunas limitaciones. Es poco probable que las personas pongamos tantos recursos cognitivos en analizar todas las fuentes de información. Además, la mayoría de las veces establecemos las causas de conductas sin ni siquiera disponer de demasiada información.

Para solucionar estas limitaciones, Kelley propuso el concepto de esquemas causales. Los esquemas causales son creencias sobre cómo diferentes tipos de causas interactúan entre sí para provocar un efecto determinado. Entre estos esquemas causales destacan principalmente dos:

  1. Esquemas de causas suficientes múltiples: se activa cuando la conducta observada puede ser debida a diferentes causas, pero cualquiera de ellas es suficiente por sí sola para explicarla
  2. Esquemas de causas necesarias múltiples: se activa cuando una conducta observada debe haber sido producida por todas las causas que aparecen en la situación

Errores y sesgos de atribución

Las personas empleamos atajos cognitivos que nos permiten hacer atribuciones sin mucho coste, de forma rápida y sin necesitar demasiada información.

  1. Error fundamental de atribución: tendencia a atribuir la conducta de otras personas exclusivamente a disposiciones internas (a su personalidad) ignorando la influencia de determinantes situacionales (Nisbett y Ross, 1980).
  2. Infrautilización del consenso, también llamado efecto de falso consenso: tendencia a ignorar información sobre el consenso sobre cómo se comportan los demás en la misma situación y creer que nuestra forma de comportarnos es la típica y asumimos que, en circunstancias similares, otros se comportarán como nosotros.
  3. Efecto actor-observador: tendencia a atribuir causas de forma distinta a otras personas de las que usaríamos para nosotros mismos. Al valorar lo que hacen los demás, lo que más nos llama la atención es precisamente su comportamiento, pero cuando valoramos nuestro comportamiento las circunstancias que nos rodean tienen una mayor saliencia.
  4. Sesgos favorecedores del yo: tendencia a atribuir las causas de éxitos y fracasos de forma asimétrica. Las personas tendemos a atribuir nuestros éxitos a factores internos, tales como la capacidad o el esfuerzo, mientras que explican sus fracasos aludiendo a factores externos, como la mala suerte o las circunstancias:
    • Sesgo de autoensalzamiento: se asumen como propias las causas de los éxitos
    • Sesgo de autoprotección, donde se asumen como externos los fracasos

Consecuencias de la atribución

Hay teorías que ayudan a predecir cómo el proceso de atribución influirá sobre nuestro estado emocional y nuestras expectativas y, por ende, sobre nuestra conducta. El modelo teórico que más se ha centrado en investigar esta cuestión es la teoría de la atribución de Weiner (1979, 1986)

Teoría de la atribución de Weiner

Esta teoría se centra en la atribución del logro, Weiner consideraba que al realizar una atribución respecto a un éxito, o un fracaso, las personas consideramos fundamentalmente tres dimensiones diferentes del desempeño:

  1. Locus del control: ¿el logro se debe a mí o a la situación?
    • Interno
    • Externo
  2. Estabilidad: ¿la causa del logro es estable o inestable (temporal)?
    • Estable
    • Inestable
  3. Controlabilidad: ¿en qué medida puedo controlar esa causa?
    • Controlable
    • Incontrolable

La combinación de estas dimensiones da lugar a 8 tipos diferentes de explicaciones acerca del logro o el fracaso

InternaExterna
EstableInestableEstableInestable
IncontrolableCapacidadEstado de ánimoDificultad de la tareaSuerte
ControlableEsfuerzo habitualEsfuerzo inusualIntererencia deliberada de otrosIntererencia deliberada inusual de otros

Cada una de estas dimensiones influirá en mayor o menor medida sobre nuestras emociones y expectativas. El locus de control se relaciona con sentimientos de autoestima, orgullo o, por el contrario, de vergüenza; la dimensión de estabilidad se asocia a expectativas de futuro y, por tanto, a emociones de esperanza o desesperanza; mientras que la controlabilidad genera emociones de relación social tanto referidas a uno mismo (como la culpa o la vergüenza), como a los otros (compasión, ira).